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diumenge, 1 de juny del 2014

Prince. Capítulo 2: inicios muy mediocres



Viene de Capítulo 1: Prince: "Soft and wet" (1978)

PRINCE: “So blue” (1978)

Cara B del primer single de Prince, con “Soft and wet” en el anverso. Esta vez la autoría de letra y música corresponde en exclusiva al cantante.  También aparecería en el primer LP de Prince, “For you”. En concreto, ocupa el tercer lugar de la cara B.

Balada acústica y sensual (como no podía ser de otra forma esto último), en la que el de Minneapolis recurre al falsete y demuestra que ya entonces era un cantante muy dotado, no solo en términos de técnica, sino también a la hora de transmitir emociones. O sea, que canta bien e interpreta bien. Aunque una no supiera de qué va la canción, o ni tan siquiera conociera el título (“Tan triste”) entiende que el muchacho de ambigua voz está lanzando un grácil lamento, que emociona e intriga.

El problema, como ya anticipaba en el comentario de “Soft and wet” reside en el material con el que luce sus habilidades: melódicamente “So blue” no dice mucho; las vestiduras instrumentales tampoco son para tirar cohetes. Una se pasa toda la canción tratando de recordar a qué le suena ese detalle de sintetizador, esa melodía o aquella otra. Como suele ocurrir en tantos discos de debut las influencias están ahí, a flor de piel: suave jazz fussion tipo Al DiMeola por aquí, góspel místico á la George Harrison o Marvin Gaye por allá… El sonido de saxo sintetizado es el culpable de las reminiscencias jazzísticas; la necesidad de encontrar una forma de trascender lo terrenal de una prosaica añoranza carnal lleva a Prince a usar vestiduras sonoras de un tiempo no demasiado lejano (principios de los años 70), en el que el idealismo, el deseo de un mundo mejor se tropezaba con los millones de dólares en las cuentas corrientes de los autores de semejantes plegarias. Es decir, que Prince descontextualiza dicha elevación espiritual, amparado, no sé si sin saberlo, en el cinismo de los que la patrocinaban.

La letra a continuación:

I had everything I needed
But now my life is so blue
You meant the world to me
But now you're gone and I'm so blue
Even though the sun is shining
I spend my day, I spend my day crying over you
Oh yeah, I spend my day crying over you
I feel just like the sky, oh, so blue
Oh baby, don't you know?
Baby don't you know?
I spend my nights, it's all alone
Talking to myself, I am so blue
And everyday the feeling gets stronger
And who's to say, just how much longer
I can spend my nights all alone
Talking to myself and just crying over you
I guess I'll just spend my life
So, so blue
(Fuente: http://www.metrolyrics.com/so-blue-lyrics-prince.html)
Estaba saciado
pero ahora sólo tengo tristeza.
Eras el mundo para mí
pero te fuiste y estoy tan triste…

Aunque luzca el sol
me paso el día llorando
por ti.
Oh, sí, el día entero llorando por ti.
Me siento como el cielo azul, oh, tan triste (“blue” quiere decir “triste” y también “azul”; ¡menuda metáfora cursi, colega!).

Oh, niña, ¿es que no lo sabes?
Niña, ¿no lo sabes?
Paso las noches en soledad,
hablando conmigo mismo; estoy tan triste.
Y crece día a día este sentimiento.
Y quién sabe cuánto más durarán
mis noches en soledad
hablando conmigo mismo y llorando por ti.

Imagino que será así para siempre.
Tan, tan triste.

¡Menudo poema de segundo de Primaria! Mucho y muy bien debió venderse Prince (o, más concretamente, su mánager) a Warner para que publicara bajo su logo un disco entero con canciones tan triviales como esta. Como todos sabemos, después de “For you” Prince fue pariendo nuevos álbumes, uno al año concretamente, que elevaron exponencialmente la calidad de su propuesta. Si Warner, en vista del tímido éxito, y en vista también de la poca calidad del producto, se hubiera deshecho del músico después de “For you”, ¿qué hubiera pasado con él? Quizá el caso de Prince es la prueba de que los músicos necesitan tiempo para crecer, que un primer disco es eso, un ensayo, un primer balbuceo en un oficio que, aunque ahora muchos puedan pensar lo contrario, hay que aprender.

Pensemos en la costumbre que tienen en el Reino Unido desde hace unos 30 años de cercenar sin piedad cabezas de grupos que empezaron mal o regular o, aún peor, empezaron bien o muy bien, y luego no supieron dar con una continuidad a la altura. En tiempos recientes, con la hecatombe de la industria discográfica las cosas parece que han cambiado un tanto. Ahora los grupos dependen de sí mismos, de su capacidad de trabajo y sacrificio, pues el truco del éxito, en el ámbito de la música indie al menos, consiste en girar sin descanso. La dictadura del sello discográfico ha dado lugar a un extraño panorama meritocrático; frente a las arbitrariedades y caprichos del mundo de la edición y difusión musical de antaño ahora tenemos los bandcamp y un frondoso circuito de salas donde ganarse las habichuelas.

De lo anterior se puede deducir que observo cuán injusto es ver lo fácil que lo tuvo Prince. Casi un niño prodigio contratado y promocionado como tal en un momento musical, eso sí, no demasiado lucido para el soul, o el pop en general. Frente a grandes estrellas negras en lento declive, como Stevie Wonder o Marvin Gaye, el mar de la tranquilidad del soft rock omnipresente: The Eagles, Hall & Oates, Leo Sayer, Rod Stewart, ABBA, Fleetwood Mac… Y, de fondo, el zumbido hedonista, incomprensible a esas alturas, de la música disco: Donna Summer y su tóxico “I feel love”; KC and the Sunshine Band y “I’m your boogie man”, como ejemplos de mayor éxito de la época. Y la nueva ola y el punk a punto de revolverlo todo, refrescando un ambiente con un inequívoco aroma a decadencia.

Entre tanto, en medio de la mediocridad, Prince se coló y en tu fiesta se plantó. Llegó a tener cierto éxito con su primer single, hasta el punto de que se llegó a sentir acosado por los fans.

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